En nuestros dichos populares expresamos que: “la cara es el reflejo del alma” y ”buena cara tienes, buenos hechos harás”, para expresar que lo interno es un reflejo de lo externo, que la imagen refleja nuestro espíritu.
Si lo decimos para las personas, lo mismo vale para las organizaciones o instituciones cuando se muestran al exterior a través de sus actos o eventos. En éstos se intenta trasladar la denominada “cultura corporativa” que podemos definir como los valores comunes que rigen y comparten los que componen esa entidad.
En instituciones como las Fuerzas Armadas, que cuentan con una larga trayectoria histórica, su ceremonial – empleo este término, en vez de protocolo, pues enmarca mejor las características de los actos militares – está cargado de esas virtudes que cimentan los ejércitos y que se han ido atesorando a los largo de los tiempos.
Para cualquier observador que asiste a un acto militar y es ajeno a dicho mundo, lo primero que le llama la atención, a la vista, es la prenda de vestir que utilizan: el uniforme. El uniforme iguala al soldado (empleo inferior en los ejércitos) y al general (empleo superior en esta institución), elimina la ostentación y oculta la procedencia social, para que sean las virtudes y valores personales los que engalanen su porte.
Pues, como señala Calderón de la Barca, “porque aquí, a lo que sospecho/ no adorna el vestido al pecho/ que el pecho adorna al vestido”, cuando hace referencia a las virtudes de los militares. Esa uniformidad se matiza en cada militar a través del color de pertenencia al ejército correspondiente y en determinadas insignias que se llevan prendidas y que permiten descubrir el “curriculum vitae” del portador. Por lo tanto, se traslada la imagen de pertenencia a una organización uniformada, que valora lo que aporta cada uno de sus componentes.
Disciplina y unión
Los actos militares se escenifican a través de lo que se denomina “paradas o desfiles”, donde las unidades militares formadas con sus jefes al frente, representan los valores de disciplina y unión. Disciplina observada en la multitud de gestos y actitudes que trasmite el militar cuando ejecuta de forma inmediata las órdenes que recibe, y la cohesión al presentarse las unidades como un grupo de soldados formando un cuadro humano compacto y que está encabezado por sus mandos inmediatos.
Esa teatralización se refuerza con otros símbolos y con otros elementos emocionales de gran calado significativo. Es el caso de la presencia de la Bandera y de la música en muchos de los actos militares, como el del 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional.
El protagonismo que se da a la enseña nacional y su cuidada preeminencia en los actos, siendo portada y custodiada por personal de las Fuerzas Armadas, indica la verdadera naturaleza de la institución militar que vela por la seguridad y defensa de todos los españoles, representados en la bandera.
El empleo de la música en determinados momentos del ceremonial, permite intensificar acústicamente la secuencia de que se trate. Así, la interpretación del Himno Nacional, tanto para recibir como para despedir a la bandera, amplifica aún más la importancia de lo que se está visualizando. También la interpretación de ciertas melodías en los actos de homenaje a los que entregaron su vida por España, pretende elevar el sentimiento de los asistentes en un acto lleno de emotividad y recuerdo por los fallecidos, pues mantener la llama viva de su memoria es lo que impulsa a tal sacrificio.
Quiero terminar este breve artículo explicando como terminan muchos de los actos militares: me estoy refiriendo a los desfiles. El paso en el caminar, acompasado por la música de las unidades, delante de una tribuna de autoridades y del público que lo presencia, expresa, el reconocimiento y la subordinación hacia la autoridad que preside el desfile. Por otro lado, recoge el afecto de los asistentes, que en forma de aplausos y vítores alienta al soldado a cumplir con su misión.
Para el militar que asume diferentes sacrificios al ejercer su profesión (movilidad geográfica, limitación de derechos, riesgo de la propia vida…), una de las mayores satisfacciones es saber que son apoyados por sus conciudadanos y que se ha establecido una comunicación emocional. El sentirse querido y respetado es la mayor recompensa que puede recibir un soldado.